jueves, 2 de octubre de 2008

El poder de lo femenino. Parte II


Los cuentos de hadas, la historietas de comics, las telenovelas y las películas de Hollywood, nos han llevado a pensar en lo femenino en términos de silicón, de “lifting”; en términos de amor abnegado, de sumisión, de vínculos esclavizantes, de madre y esposa modélicas; en términos de profesional agresiva masculinizada, de intelectual disecada y cosas por el estilo. Bajos tales términos se ha pervertido la raíz más propia y genuina de la psique de las mujeres, cuya profundidad reside en lo salvaje. Y quiero recalcar que la palabra salvaje, vocablo central de todo este articulo, ha sido muy bien utilizada por la escritora Clarissa Pinkola Estés, en el libro que debería estar en la cabecera de la cama de todas las mujeres del mundo: “Mujeres que corren con lobos”.

Podemos reconocer “lo salvaje” en la esencia misma del placer estético, en el hambre del espíritu y en la pasión creativa. Lo salvaje se podría definir de muchas formas, pero la más propia es la de “naturaleza sabia”. Nada que ver con los términos con los que cualquier diccionario de sinónimos lo define: brutalidad, vandalismo, barbarie, antropofagia.

Dentro de toda mujer, incluso dentro de la más reprimida, alienta una vida secreta, una fuerza poderosa. Es allí donde convergen los términos mujer y salvaje.

¿Qué es la Mujer Salvaje?

Desde el punto de vista de la psicología arquetípica y también de las antiguas tradiciones, ella es el alma femenina. Pero es algo más: es el origen de lo femenino. Es todo lo que pertenece al instinto, a los mundos visibles y ocultos. La mujer salvaje despierta en nosotras un recuerdo antiquísimo, porque lo salvaje va unido a la Vida.

¿Cuáles serían los síntomas de una ruptura con la fuerza salvaje de la psique femenina? El síntoma más visible es la falta de energía para vivir, que con frecuencia se manifiesta en la inercia de seguir día a día con la misma rutina, y casi siempre con el temor, el miedo, la duda y el egocentrismo como sombras.

“Cuando las vidas de las mujeres se quedan estancadas o se llenan de aburrimiento, es hora de que emerja la Mujer Salvaje” (Clarissa Pinkola Estés). Es preciso que las mujeres ansíen encontrarla, liberarla y amarla.

Podemos conectarnos con la Mujer Salvaje al consentir de manera delicada nuestro cuerpo, al regalarnos la oportunidad de vivir la vida con intensidad y arrojo. Procura siempre hacerte las siguientes preguntas:

¿Siente este cuerpo? ¿Tiene una conexión apropiada con el placer, con el corazón, con el alma, con lo salvaje? ¿Tiene felicidad, alegría? ¿Puede a su manera propia moverse, bailar, oscilar, embestir?

Para algunas mujeres, el aire, la noche, la luz del sol y los árboles son necesidades. Para otras, las palabras, el papel y los libros son las únicas cosas que sacian. Para otras más, el color, la forma, la sombra y el barro son los absolutos. Algunas mujeres deben saltar, inclinarse y correr, pues sus almas ansían bailar. Y otras más ansían tan sólo una paz recargada en un árbol. Cada mujer debe buscar cual es su propia forma de invocar a la Mujer Salvaje.

Yo encontré la mía a través de la Danza Árabe…

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Desiré Ruda
Bellydancer Profesional
Danza Árabe
academia@templodediosas.com

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